La primera central que mandará energía desde el espacio 2030

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China planea construir una central solar espacial que orbitará la Tierra y que transmitirá energía a nuestro planeta mediante haces de microondas.

 

El plan desea que suceda este mismo año con la construcción de una instalación experimental en la ciudad de Chongqing, en el suroeste de China, aunque el objetivo de Pekín es tener en órbita un prototipo de la nueva tecnología para 2030 y una estación comercial para 2050.

La idea de recoger la energía del Sol desde el espacio para mandarla a la Tierra fue recogida por primera vez en ‘Reason’, un relato corto que Isaac Asimov escribió en los años cuarenta y que lleva rondando las cabezas de los científicos desde entonces. Pero hasta hace unos años no se ha considerado por ser económica y tecnológicamente inviable.

Al contrario de lo que sucede en la superficie de nuestro planeta, la energía solar está disponible todas las horas y todos los días del año si se captura en el espacio. En la órbita terrestre no hay oscuridad ni condiciones meteorológicas que eviten la incidencia de los rayos de Sol en las placas solares y la tecnología necesaria para enviarla de forma inalámbrica a la Tierra ya existe desde hace tiempo.

China ve este sistema como una manera de reducir su dependencia de los combustibles fósiles y lograr su objetivo de conseguir la neutralidad de carbono para 2060. Su implementación, dicen, ayudaría a dar estabilidad a la red eléctrica, apoyando la producción de energía renovable y reduciendo la dependencia de los grandes sistemas de almacenamiento que se requieren para conservarla.

El plan chino para obtener energía desde el espacio

 

Según el plan esbozado por Pekín, del que se ha hecho eco el South China Morning Post, China quiere lanzar al espacio una estación de energía solar de un megavatio en 2030. Dos décadas más tarde, coincidiendo con el centenario de la República Popular China, el país asiático quiere aumentar la capacidad energética total de la central hasta un gigavatio.

Hace ya tres años comenzó la construcción de una instalación para probar esta tecnología en el pueblo de Heping, pero las obras se pararon tras las críticas al proyecto. En China surgieron protestas por su alto coste (unos 13,88 millones de euros) y dudas sobre la viabilidad y seguridad del proyecto. El verano pasado se volvieron a retomar las obras, según el gobierno del distrito, y ahora la previsión es que esté terminada a finales de este año.

El siguiente paso será demostrar que la transferencia inalámbrica de energía funciona a larga distancia, aunque ya se han llevado a cabo experimentos que les hacen ser optimistas. Los investigadores chinos han probado el sistema con éxito recibiendo energía inalámbrica emitida desde un globo situado a 300 metros del suelo. Cuando la instalación de Bishan esté terminada, podrán ver si esta tecnología sigue funcionando cuando se aumenta el alcance. Para esto usarán un dirigible que se elevará a más de 20 kilómetros y recogerá energía solar de la estratosfera.

Europa quiere la suya también

 

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha lanzado el programa SOLARIS en colaboración con gigantes de la industria como la energética francesa ENGIE y la italiana ENEL. SOLARIS tiene como objetivo estudiar la viabilidad de estas centrales de energía solar espacial a escala comercial.

Según la ESA, estos análisis les servirán para tomar una decisión a finales de 2025 sobre la conveniencia de poner en marcha un programa completo de desarrollo de este tipo de sistemas. Si deciden seguir adelante, el primer paso será lanzar una pequeña central experimental a órbita poco tiempo después.

 

 

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