Empresa privada planea revivir al Dodo

La compañía norteamericana Colossal Biosciences, que se autoproclama experta en “desextinciones”, ha conseguido descifrar el genoma completo del dodo, un ave no voladora que desapareció por completo hace más de 350 años.

Fuentes de la compañía afirman que el hito, unido a una novedosa técnica basada en células madre, significa que están ya mucho más cerca de “resucitar” a este animal, extinto desde el siglo XVII.

Pero el dodo no es más que el último en la lista de los animales desaparecidos que Colossal Biosciences pretende revivir.

Fundada en 2021 por el empresario tecnológico Ben Lamm y el genetista de la Universidad de Harvard George Church (que ya en 2013 dijo a ABC que sería posible resucitar a un neandertal), la empresa anunció primero que devolvería la vida al mamut lanudo. Y un año después anunció que haría lo mismo con el tilacino, más conocido como el tigre de Tasmania.

Sin embargo, entre todos los animales extintos, la desaparición del dodo cuenta una historia especial. Era un ave desgarbada, de un metro de altura y unos 20 kg de peso que parecía boba (eres más tonto que un dodo) y que, en lugar de temer a los humanos, paseaba alegremente entre ellos, sin inmutarse ni siquiera cuando los marineros que llegaban a la isla Mauricio, de la que eran endémicos, mataban a sus compañeros más próximos.

Además, sólo ponían un huevo y, tras la llegada de los holandeses, sus nidos también fueron depredados por los monos y las ratas que los humanos trajeron consigo. Si había un animal inevitablemente destinado a desaparecer, ese era sin duda el dodo.

Sin embargo, análisis recientes han revelado que las cosas no fueron como nos las habían contado, ni los dodos tan tontos como se los ha descrito.

Lejos de eso, el tamaño de sus cerebros sugiere que tenían, por lo menos, la misma inteligencia que las palomas. No eran genios, pero tampoco estúpidos.

Su desaparición, en cierto sentido, fue fruto de la mala suerte. La mala suerte de que los primeros holandeses que llegaron a la isla ni siquiera pretendían ir allí, sino que se vieron empujados por una tormenta. Y la mala suerte añadida de que las primeras personas que se toparon con el ave no eran ni naturalistas ni científicos que pudieran documentar la nueva especie.

Un trabajo largo y complejo

Por supuesto, aún queda mucho trabajo por delante antes de poder volver a ver al dodo deambulando por la isla Mauricio, en el océano Índico y a unos 900 kilómetros de Madagascar. Los científicos, de hecho, no pueden recrear la vida desde cero, y por lo tanto tendrán que encontrar, primero, una manera de colocar los genes específicos del dodo en el embrión de un animal vivo.

Lo cual no es una tarea sencilla. El siguiente paso, según explicó Beth Shapiro, genetista principal del proyecto, será comparar la información genética del dodo con la de otras aves estrechamente relacionadas, como la paloma de Nicobar o el ‘solitario de Rodrigues’, otro tipo de paloma gigante no voladora extinta, para descubrir las mutaciones “que convierten a un dodo en un dodo”. El plan final, prosigue Shapiro, es reintroducir esas aves en Mauricio, donde vivían antes de que los humanos las exterminaran.

¿No será exactamente un dodo?

Vaya por delante que si los planes de Colossal tienen éxito, el resultado no será exactamente un dodo, sino un ave parecida. En palabras de Shapiro, “sería falso decir que estamos recreando algo que es al 100% idéntico a lo que existió en el pasado. Lo que estamos tratando de hacer es crear una representación de esta especie que se adapte a los entornos que existen hoy”.

El anuncio, como no podía ser de otro modo, ha suscitado notables reacciones, tanto a favor como en contra de la resurrección de especies extintas. Los defensores de esta práctica, por ejemplo, señalan que desde hace ya mucho tiempo los avances en biotecnología, bioinformática y genética han hecho posible crear ‘simulacros’ de especies desaparecidas, incluso si el proceso para lograrlo es complejo y prolongado.

Y sugieren que la reintroducción de esas especies en la naturaleza podría proporcionar importantes beneficios ecológicos, e incluso ayudar a combatir el cambio climático.

Otros, sin embargo, no se muestran tan optimistas, y se refieren a la ‘desextinción’ como a una ‘ciencia de cuento de hadas’, que además de no devolver al mundo las especies tal y como eran, podría tener consecuencias imprevisibles. Todos recordamos la frase de Iam Malcolm en el filme Parque Jurásico tras el desastre que se produjo en la isla: «Sus científicos estaban tan preocupados por si podían o no… que no se detuvieron a pensar si debían hacerlo».

 

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