Artemis II busca romper una marca histórica

La velocidad más alta jamás alcanzada por seres humanos, 39.937,7 km/h, ocurrió hace más de medio siglo. El 26 de mayo de 1969, durante su regreso a la Tierra, los astronautas Thomas Stafford, John Young y Eugene Cernan, de la misión Apolo 10, lograron esta marca a bordo del módulo de mando Charlie Brown. Ahora, 56 años después, la misión Artemis II de la NASA está lista para superarla.

Aquella velocidad récord no se debió a una mayor potencia de propulsión, sino al diseño de una trayectoria de regreso mucho más corta —de apenas 42 horas— que permitió a la cápsula acelerar bajo el efecto de la gravedad terrestre. Durante la reentrada, Cernan describió la experiencia como estar dentro de una “bola de llamas blancas y violetas”.

Apolo 10: un ensayo a máxima velocidad

La misión Apolo 10 representó un ensayo general para el histórico alunizaje del Apolo 11. Los astronautas se acercaron a solo 15 kilómetros de la superficie lunar y probaron todos los sistemas necesarios para un alunizaje, excepto descender por completo. Pero fue su regreso lo que marcó un hito: la altísima velocidad alcanzada no ha sido igualada en ninguna otra misión espacial tripulada.

Durante décadas, las misiones espaciales se limitaron a la órbita baja terrestre, como las del transbordador espacial y la Estación Espacial Internacional, cuyas velocidades de reentrada rondaban los 28.000 km/h. No volver a la Luna implicó no tener necesidad de repetir aquel tipo de trayectorias.

Artemis II: nueva generación, nuevo récord

Ahora, el programa Artemis, bautizado en honor a la hermana gemela de Apolo en la mitología griega, planea romper el récord con su próxima misión tripulada. Artemis II, que se lanzará en 2026, llevará a cuatro astronautas —Victor Glover, Reid Wiseman, Christina Koch y Jeremy Hansen— a orbitar la Luna a bordo de la nave Orión. Durante el regreso a la Tierra, se espera que la cápsula alcance 40.234 km/h, superando así la marca de Apolo 10.

No obstante, alcanzar esa velocidad implica desafíos técnicos. En Artemis I, una misión sin tripulación, el escudo térmico de la nave Orión sufrió daños al desprenderse fragmentos durante la reentrada. Para Artemis II, la NASA rediseñó la trayectoria de ingreso para evitar el rebote que generó gases dentro del escudo, sin alterar la velocidad final.

Todos los ojos estarán puestos en la reentrada. Si la misión se desarrolla según lo previsto, la humanidad estará frente a un nuevo récord de velocidad en su historia espacial.

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