Sí voy a votar

Por Enrique Espinosa Olivar

“La vida es lo que nos sucede mientras estamos haciendo otros planes.”
—Allen Saunders

Este domingo viviremos una elección histórica en México. Se trata de un proceso
complejo: por primera vez, los ciudadanos elegirán a integrantes del Poder Judicial,
uno de los tres pilares que sostienen la estructura del Estado.
A días de la jornada, el ambiente está marcado por la confusión, la desinformación
—o el exceso de ella—, el desencanto y, sobre todo, la percepción generalizada de
que este ejercicio democrático es una farsa.
No me atrevo a afirmar si lo es o no. Lo que sí puedo asegurar es que es
completamente legal. Este proceso es producto de una reforma constitucional, de
nuestra Carta Magna, la base que sostiene el orden y funcionamiento del país.
Ignorarla o desacreditarla sin más es peligroso.
Lo que resulta preocupante es que muchos de los que están en desacuerdo con el
proceso o con algunos de los candidatos estén promoviendo la abstención o el voto
nulo. Sí, hay candidatos impresentables. Precisamente por eso debemos votar.
Aunque no conozcamos a fondo a todos los aspirantes, basta con reconocer a
quienes no queremos ver en el poder judicial. Y si del otro lado hay perfiles
rescatables, debemos apoyarlos con el voto. Participar no es ingenuidad; es
responsabilidad.
Entre quienes han tomado este proceso con seriedad y dignidad, hay ejemplos que
merecen ser destacados. Alejandro Gómez, exfiscal general del Estado de México;
Gustavo Parra y Sulema Martínez, promotores de la transparencia; Beto González,
Max Alexander, Ruperto Guido, Eleazar González, Jorge Cruz y Hugo Aguilar, un
candidato mixteco que podría convertirse en el primer ministro indígena desde
Benito Juárez.
Todos ellos han expuesto su trayectoria y propuestas con convicción. Ver su
esfuerzo genera respeto, admiración y gratitud. También ternura, por la valentía de
salir a competir en un escenario tan cuesta arriba.
Yo sí voy a votar. Votaré a favor de quienes merecen estar ahí y en contra de quienes
han demostrado, en lo público y en lo privado, que no deben formar parte del Poder
Judicial.
Este proceso no es un juego. Sus consecuencias marcarán el rumbo del país. No
participar no es neutral: es rendirse sin luchar. Y si decides no votar por convicción,
por apatía o porque te convencieron de que no vale la pena, al menos hazlo con la
conciencia de que renunciaste a tu voz.
Porque perder después de dar la batalla no es lo mismo que perder sin haberla
librado


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