Por: Julio de Jesús Ramos García
Esto sí podría ser un caos financiero, la propuesta de imponer un impuesto del 5% a las remesas enviadas desde Estados Unidos a México ha generado preocupación entre expertos y comunidades migrantes. Esta medida, impulsada por sectores conservadores en EE.UU., busca financiar políticas migratorias restrictivas, pero sus consecuencias podrían ser contraproducentes.
Las remesas representan una fuente vital de ingresos para millones de familias mexicanas. En 2023, México recibió más de 63 mil millones de dólares en remesas, equivalentes al 3.5% del PIB nacional. Estados como Chiapas y Jalisco dependen en gran medida de estos recursos, que constituyen hasta el 15% del PIB estatal en algunos casos.
Imponer un impuesto a las remesas podría reducir significativamente estos flujos. Investigadores de la Universidad de Guadalajara advierten que una combinación de deportaciones y un impuesto del 10% podría disminuir las remesas en hasta 13 mil millones de dólares anuales.
Apreciables lectores, además, gravar las remesas podría incentivar el uso de canales informales para el envío de dinero, reduciendo la transparencia y aumentando los riesgos asociados al lavado de dinero y la financiación de actividades ilícitas.
Desde una perspectiva económica, esta medida también podría afectar a EE.UU. Los migrantes mexicanos contribuyen significativamente al consumo y al pago de impuestos en ese país. Reducir sus ingresos disponibles podría tener efectos negativos en la economía estadounidense.
Si llegamos a esto, un impuesto a las remesas no solo perjudicaría a las familias mexicanas que dependen de estos recursos, sino que también podría tener efectos adversos en la economía y la seguridad de ambos países. Es fundamental considerar estas implicaciones antes de implementar políticas que, aunque bien intencionadas, podrían resultar contraproducentes.
Esta columna lleva dedicatoria para las y los Docentes que imparten clases incansablemente, muchas felicidades por su día.