Adiós al pendrive: nuevas formas de guardar archivos

¿Por qué las memorias USB pierden relevancia?

Durante años, las memorias USB fueron esenciales para almacenar y compartir documentos, fotos o videos. Sin embargo, el avance tecnológico ha reducido su utilidad. Hoy, las exigencias de velocidad, compatibilidad y capacidad superan lo que estos pequeños dispositivos pueden ofrecer.

La mayoría de los pendrives comunes cuenta con entre 64 y 512 GB de espacio, insuficiente frente a la magnitud de archivos en 4K o datos profesionales. Aunque existen versiones de hasta 2 TB, su costo resulta menos conveniente que el de los discos SSD externos, que ofrecen mayor capacidad y rendimiento a precios similares.

Además, su velocidad de transferencia es limitada. La memoria flash de los USB tradicionales no compite con los SSD de última generación, capaces de mover grandes volúmenes de información en segundos gracias a puertos USB-C o Thunderbolt. Otro obstáculo es la compatibilidad: los nuevos equipos han reemplazado el conector USB-A, típico de los pendrives, por el USB-C, lo que obliga a usar adaptadores poco prácticos.

El diseño de las memorias USB ha cambiado poco en dos décadas, mientras el entorno digital se ha orientado hacia soluciones conectadas, rápidas y seguras. Por ello, hoy su uso se limita a tareas específicas o emergencias.

¿Qué opciones reemplazan al USB?

La desaparición gradual de los pendrives ha impulsado alternativas más eficientes. Los discos SSD externos se consolidaron como la opción favorita para profesionales que requieren mover grandes volúmenes de datos. Son compactos, veloces y resistentes, ideales para copias de seguridad o edición de video.

Otra opción práctica son las tarjetas SD y microSD, muy utilizadas en cámaras, teléfonos y portátiles. Su tamaño reducido, compatibilidad amplia y precio accesible las vuelven ideales para quienes buscan portabilidad sin sacrificar rendimiento.

Sin embargo, la verdadera transformación llegó con el almacenamiento en la nube. Plataformas como Google Drive, iCloud, OneDrive o Dropbox permiten acceder a los archivos desde cualquier dispositivo, sin depender de un soporte físico. Además, facilitan la sincronización automática, el trabajo colaborativo y la seguridad de los datos.

¿Qué queda del uso tradicional?

Aunque las memorias USB todavía se emplean en casos muy puntuales —como la instalación de sistemas operativos o el manejo de datos en entornos aislados—, su papel cotidiano se desvanece rápidamente.

La combinación entre conectividad permanente, almacenamiento en la nube y redes 5G ha hecho que transportar archivos físicamente deje de ser necesario. La era del pendrive llega a su fin, dando paso a una nueva etapa digital centrada en la inmediatez, la conectividad y la eficiencia.

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