Por: Óscar Wenceslao Mora Velázquez
En un mundo que reconfigura sus prioridades con velocidad inédita, México se encuentra en una posición sin precedentes: justo en el centro de la nueva economía mundial. Las tensiones geopolíticas, la reindustrialización en Norteamérica, la inteligencia artificial, la automatización acelerada y la disrupción en las cadenas de suministro han dejado de ser amenazas y se han convertido en oportunidades… si sabemos leerlas bien.
De fábrica del mundo a socio estratégico
La tendencia del nearshoring no es una moda, es una necesidad estructural. Estados Unidos y Canadá buscan eficiencia, resiliencia y cercanía. México cumple con esas tres condiciones, pero tiene algo más: juventud, creatividad, talento técnico y una red de tratados internacionales que muchos otros países desearían.
No se trata solo de atraer fábricas. Se trata de atraer centros de decisión, inversión en tecnología, propiedad intelectual y cadenas de valor completas. Se trata de pasar de ensamblar a diseñar. De operar a liderar.
Tecnología, talento y territorio
Las empresas mexicanas que hoy invierten en automatización, ciberseguridad, inteligencia artificial, infraestructura energética y talento especializado son las que dominarán el mercado en los próximos cinco años. El capital ya está fluyendo hacia industrias que antes no mirábamos con tanto detenimiento: aeroespacial, farmacéutica, semiconductores, electromovilidad.
Pero el factor decisivo no será solo quién tiene más dinero, sino quién tiene la mejor estrategia para ejecutar con rapidez, gente que quiera trabajar, calidad y visión de largo plazo.
El momento de los empresarios, no de los discursos ante toda la inscertidumbre que acontece requiere más acción y ejecución
La gran oportunidad no está en los escritorios de los gobiernos, está en los tableros de las empresas que entienden que los negocios del futuro se construyen hoy. Que la resiliencia no se decreta, se diseña. Y que la innovación no es un lujo, es el pasaporte para competir.
México tiene un ecosistema empresarial fuerte, diverso y cada vez más sofisticado. Lo que necesitamos es una ola de líderes que apuesten en grande, sin esperar condiciones perfectas. Porque la oportunidad real nunca llega envuelta en certeza.
¿Y ahora qué?
La pregunta no es si México puede ser protagonista del nuevo orden económico global. La pregunta es: ¿quiénes estarán listos para tomar ese papel? Las empresas que hoy invierten en capacidades, procesos, innovación y talento son las que escribirán el próximo capítulo de esta historia.
No estamos en una época de cambio. Estamos en un cambio de época. Y México ya tiene un asiento en la mesa. Depende de nosotros qué tan lejos queremos llegar, encamina a tu equipo de trabajo y hagamos la diferencia.