El Covid-19 ya no es una emergencia internacional ¿qué hemos aprendido al respecto?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido un comunicado en el que anuncia que la COVID-19 ya no se considera una emergencia de salud pública de interés internacional (Pheic, por sus siglas en inglés), en línea con su nueva estrategia para cambiar de una respuesta de emergencia a una gestión sostenida y a largo plazo de la enfermedad.

Sin embargo, es importante destacar que esta declaración no significa que la COVID-19 pierda su estatus de pandemia. Los países aún deben seguir tratando la enfermedad como una emergencia dentro de sus territorios.

¿El final?

El 30 de enero de 2020 se dio inicio al período de respuesta de emergencia contra la COVID-19, el cual ya ha llegado a su fin. Cabe destacar que desde hace tiempo la población no ve al COVID como una emergencia.

En el Reino Unido, por ejemplo, la enfermedad ya no aparece en la encuesta de opinión pública regular de la Oficina Nacional de Estadísticas que pregunta a las personas cuáles creen que son los problemas clave que enfrenta el país. Mientras avanzamos en la siguiente fase, es importante considerar lo que hemos aprendido sobre nuestro comportamiento durante la pandemia y qué hábitos podrían perdurar. ¿Algunos de los hábitos pandémicos han llegado para quedarse?

En un artículo publicado en The Conversation, el científico del comportamiento Simon Nicholas Williams y sus colegas se preguntan si algunos de los hábitos que adquirimos durante la pandemia se han vuelto permanentes. Sin embargo, su investigación del año pasado reveló que la mayoría de las personas no han experimentado cambios permanentes en su comportamiento o hábitos, y que no se ha establecido una «nueva normalidad».

De acuerdo con una encuesta realizada en el Reino Unido el mes pasado, menos de uno de cada seis adultos ha usado una mascarilla recientemente, lo que sugiere que su uso regular es aún menos común. Además, el distanciamiento social ha dejado de ser la norma para la mayoría de las personas, excepto para aquellos más vulnerables al COVID-19.

Resiliencia

En su momento, las normas sociales fueron clave para fomentar la aceptación de la vacuna y adoptar medidas preventivas. Aunque se ha marcado el fin de una fase de emergencia, Williams nos recuerda que casi 7 millones de vidas se perdieron y que para algunos, especialmente los clínicamente vulnerables, la emergencia aún no ha terminado y posiblemente nunca lo haga.

A pesar de que la OMS ya no considera el COVID-19 como una Pheic, este sigue siendo responsable de millones de contagios y miles de muertes semanales en todo el mundo. Williams es crítico y afirma que en el futuro, debemos desarrollar resiliencia en nuestras instituciones en lugar de depender únicamente de la resiliencia de las personas. La responsabilidad de prevenir las emergencias de salud no debe recaer únicamente en el público.

Los gobiernos, empleadores y autoridades sanitarias deben tomar medidas para proteger contra futuras emergencias de salud pública. Abordar sistemáticamente la información errónea, mejorar la ventilación en las escuelas, lugares de trabajo y otros espacios públicos interiores, y realizar mejoras a largo plazo en las licencias por enfermedad remuneradas son formas efectivas de comenzar a construir sociedades más resilientes en preparación para la próxima pandemia.

 

Fuente Robotitus

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