Reciclar puede ser más sencillo a través de la tecnología

Para siete de cada 10 mexicanos, los consumidores son los actores más importantes en el reciclaje de plásticos, de acuerdo con un reporte de Hi-Cone , empresa proveedora de soluciones de empaque sostenible para marcas globales. Y si bien este proceso es complejo en diferentes ámbitos, la tecnología puede contribuir a incentivar y facilitar la actividad.

De acuerdo con Alejandra Valdés, cofundadora de Ecolana, el proceso de reciclaje inclusivo en el país es complejo porque no se ha logrado unir a todos los actores que participan en él, es decir, a los ciudadanos, las empresas, los recolectores de basura y a los centros de acopio.

Sin embargo, esta empresa ha desarrollado sus iniciativas con el fin de, precisamente, reunir a todos los elementos en un solo lugar. Si bien en un inicio su respuesta fue generar un mapa dentro de un sitio web en donde la gente pudiera ubicar los centros de acopio a los cuales pudiesen llevar sus residuos, en la actualidad han profundizado su camino tecnológico por medio de una aplicación móvil llamada Ecolana App.

En ella, los usuarios pueden ganar puntos al reciclar, aprender sobre cultura ambiental, cumplir retos de reciclaje, invitar a amigos a reciclar y fomentar esta actividad para intercambiarlos por descuentos en productos o experiencias como entradas a conciertos, obras de teatro y museos.

La app se encuentra disponible en iOS y Android, lo cual destaca Valdés, pues tanto la digitalización del servicio como los incentivos que ofrecen han ayudado a “cambiar el paradigma de que en México no se reciclaba, además de que contribuyó a que más personas accedieran a información para el cuidado del medio ambiente”.

Actualmente cuentan con 190,000 usuarios, lo cual es relevante para Mariana Soto, cofundadora de la empresa, pues sus esfuerzos no sólo están orientados a incentivar el reciclaje, sino también a compartir conocimientos de cómo incorporar prácticas sustentables en la vida diaria, con el fin de cambiar hábitos de comportamiento y culturales.

En este sentido, Valdés señala que un elemento relevante de usar la tecnología para este fin es que a través de ella no se acota a una zona de las ciudades y más bien puede tener un alcance nacional en donde los diferentes grupos sociales con acceso a dispositivos digitales alcancen sus propios objetivos de sustentabilidad.

Según cifras del Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de Residuos 2020, elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se estima que diariamente a nivel nacional 38,351 toneladas de residuos son aprovechables mediante el reciclaje o la recuperación de energía, por lo que a través de estas iniciativas la cantidad podría ser mayor e incluso replicarse en otras naciones.

“Si logramos que esto funcione en México, esta herramienta puede ayudar a países con necesidades como las nuestras. El cambio se puede hacer y es accesible”. resalta Valdés. No obstante, destaca que en este proceso también han enfrentado retos, pues en un inicio creían que todos serían capaces de adoptar la tecnología sin contemplar las brechas que existían en el sector.

“Nos dimos cuenta de que los desarrollos tecnológicos a veces no corresponden con la realidad de ciertos grupos, ya sea por edad o conocimiento. Por lo tanto, hemos tenido que adaptar muchas cosas en cuestión de educación y herramientas para la implementación de la aplicación”, relatan las cofundadoras.

A pesar de los retos comentan que el uso de la tecnología en este objetivo puede ser un diferenciador, pues tiene la posibilidad de impactar positivamente en áreas donde, por ejemplo, no hay una logística de recolección de residuos y así contribuir en la optimización de los procesos.

Otras opciones que existen en el mercado de apps y que tienen este objetivo en común son Olio y Freecycle. Creadas en Inglaterra y Estados Unidos, se han extendido al resto del mundo gracias a la tecnología y promueven el compartir aquello que ya no usas, pero que le puede servir a alguien más. Desde esa impresora que no has usado en un año porque se le acabó la tinta hasta la ropa, muebles o libros que has decidido desechar en los tiempos libres del encierro.

Entradas relacionadas